Mario y Javier salen de madrugada a pescar con su padre. Y desde las primeras líneas de esta novela con tintes de thriller psicológico es claro que la tormenta y el odio que sienten los hijos por el padre amenazarán a los tres personajes, hora tras hora de la travesía, con sumergirlos en la desgracia. No importa qué tan abundante sea la pesca ni qué tan imponentes sean las imágenes de la naturaleza que los rodea, pues las arremetidas del rencor nunca dejarán de sorprenderlos, y los hermanos se quedarán perplejos ante las ansias de acabar con el padre.
En la playa los espera la madre, vencida por su propio drama, lleno de alucinaciones y voces incesantes que anuncian los malos presagios, como en una gran tragedia griega. Y también esperan los turistas, ese otro coro de niños, hombres y mujeres estremecidos por el calor y la exuberancia del paisaje, sobrecogidos por la locura de la madre y la posible desventura que está a punto de desatarse en el mar.
La admiración que alguna vez sintieron los hijos por el padre única forma posible de amor hacia ese hombre recio y soberbio se ha convertido en rabia que no da tregua, que consume con ferocidad el corazón. En esta novela fascinante por su lenguaje brillante y rotundo, que crea imágenes intensas y perturbadoras, Tomás González pone de nuevo de manifiesto la fragilidad de la vida y el espíritu humanos, pues en este escenario sólo el mar y el odio son permanentes e inexorables.