"En esas andaba cuando la vi: pensando que podría volver a empezar mi vida en Buenos Aires. Una vida arreglada de antemano. Pero pudo más el instinto, un instinto que creía olvidado, sepultado en mis propias tristezas, y la vida me cambió por completo, aunque en el momento en el que empecé a descender las escaleras de la estación Nueve de Julio ya sabía que los tiempos que venían no iban a ser más fáciles que los que estaba tratando de olvidar".
En un bar oscuro de Buenos Aires, Antonio se refugia para huir de su vida en Bogotá y de la tristeza que lo llevó hasta Argentina. Caminando por la Calle Maipú ve pasar a una mujer de ojos grises que lo cautiva y en quien encuentra una obsesión de la que no se creía capaz, especialmente después de haber perdido a la mujer que amaba.