En el momento cúspide de su carrera, y teniendo todo lo que alguna vez pensó que quería, a Jorge lo invade la insatisfacción. Se da cuenta de que su vida tiene un significado que ya no le dice nada, y es incapaz de reconocerse en lo que hace. Emprende entonces un viaje por la muerte a través de la memoria de lo que alguna vez fue, que le permite planear cuidadosamente una segunda oportunidad para reinventar su vida, o más bien, para descubrirla.
A partir del diálogo consigo mismo y de una muerte ficticia, el narrador nos ofrece un cálido retrato de Bogotá y otras ciudades de su memoria, y de los personajes que lo acompañaron y ayudaron a forjar su vida y personalidad, que ahora decide dejar sin mirar atrás. Ante este giro radical, es inevitable cuestionar el valor y el lugar de la identidad: ¿es tan fácil decidir ser otro, u obedece más a un impulso por liberarnos de nosotros mismos? ¿Decidimos ser quienes somos, o es la identidad algo que se va forjando en una mezcla de azar y decisiones que podemos querer redescubrir en cualquier momento?