Ven, lector, y sumérgete en estas aguas. En el prodigio de este lenguaje de una potencia extrema que nos adentra, desde cambiantes lugares, en el milagro del ser. Hay aquí vidrios, maderas, olores numerosos, presencias pródigas, medusas, ángulos lentos, arduas formaciones geológicas, habitaciones multidimensionales; hay una forma de ungir el silencio con el aliento del conocimiento trascendental. Y en el centro de ese silencio laberíntico, visiones que inventan sus ojos, que configuran mentes que se adhieren a nuestra mente de todos los días y le inoculan una nueva fuerza. La germinación que allí comienza es la poesía de Coral Bracho: una invocación del magma bullente de la naturaleza, pero de una extraña naturaleza la de todos los días y todas las eternidades aliada con la potencia unitiva de las palabras: una fuerza que es al mismo tiempo un remanso del mundo y que no lo niega para alejarse de él sino que lo asume con una plenitud y una generosidad sin límites y así lo transfigura para volverlo él mismo, este mundo ahora empapado de dones desconocidos.
La escritura de Coral Bracho no solamente anuncia, como en un susurro, una belleza nueva: la despliega continuamente ante nosotros. Y de nosotros depende que esa belleza extraordinaria tenga un lugar en el mundo; de ahí la invitación al lector de este libro único, un mundo poético que se anima e irradia más allá de la literatura. Pues Coral Bracho trasciende la literatura para transformarla y darnos una obra que se nos aparece como lo que siempre ha debido ser la poesía: un hecho radical del espíritu y de la sensibilidad.