¿Qué cuarto? ¿Qué hotel? se preguntará el lector de este libro redondo y sugerente cuyos trazos sencillos y efectos complejos recuerdan las acuarelas que integran la blancura del papel para transmitir la sorpresa de la obra de arte. El cuarto es uno mismo; el cuarto es el mundo; es la memoria o la identidad; o es, en efecto, un cuarto de hotel, o de hospital; o un país. Sea cual sea la respuesta o la suma de respuestas, el libro es la alegoría de nuestra naturaleza pasajera y de la transitoria condición de un mundo reiteradamente bélico y en ruinas. Si un hombre es todos los hombres, si una mujer es todas las mujeres, entonces Cuarto de hotel es la historia del hombre. O la historia de su residencia en la tierra. Y la historia. la cuenta el inquilino, que nunca entiende bien en dónde está ni por qué está ahí; historia porque el temple enigmático de este libro sutil y poderoso, sus grandes y abiertas incógnitas permiten leerlo, casi, como una novela de misterios.
En este libro breve cabe todo, y quien quiera verlo se verá también a símismo en el espejo deformado de una percepción única en la poesía de nuestro tiempo. La obra de Coral Bracho ha seguido un itinerario singular y variadísimo con un timbre de voz reconocible y trasladado ya a muchas lenguas. Cuarto de hotel es un nuevo camino en esa búsqueda; otra estación en la obra cambiante de una de las mejores poetas mexicanas.