Aunque, como recuerda el Darío Jaramillo autor de la novela EL JUEGO DEL ALFILER, "Todo es un invento hasta el punto de que el autor puede desvanecer esas historias, sacar el alfiler y hacerles plop", el Darío personaje, buen ciudadano, cumplidor de la ley y administrador de una ética de la conveniencia en todas sus acciones, advierte que "Es curioso: todos aquellos que he conocido y que admiten alguna relación con el comercio de cocaína, sólo la reconocen en forma colateral, legalizando dólares por ejemplo, pero nadie tocó un gramo, nadie la probó, nadie cruzó fronteras con ella." Con efectividad y habilidad, entre la realidad y la ficción, Darío Jaramillo juega con el lector quien, ya cómplice, comprueba que "Hay muchos desenlaces posibles, consecuentes, verosímiles".