Según la tradición del pueblo uwa, los niños que nacen con malformaciones deben morir. Berichá nació sin piernas, pero sus padres, que habían perdido cinco hijos, decidieron criarla. Años después, la niña quedó al cuidado de un internado católico, pues su padre había muerto y su madre no podía sostenerla. Esperanza Aguablanca, como allí la llamaron, brilló por su carisma y lucidez. En Tengo los pies en la cabeza, Berichá nos cuenta cómo fue su infancia entre curas y monjas y cómo luego regresó a la tierra de sus abuelos en la Sierra Nevada del Cocuy, donde retomó costumbres y saberes ancestrales. En defensa de la cultura y el territorio de los pueblos originarios, se convertiría en una de las primeras lideresas indígenas del país. A través de estas páginas, Berichá también nos lleva a descubrir el universo uwa: sus mitos; sus rituales en torno al nacimiento, a la siembra y a la caza; el papel de los uejená como mediadores entre las personas y los espíritus de la Tierra; y un coherente sistema de pensamiento y conducta en el que la abundancia y la salud dependen de una buena relación con la naturaleza.