Las convicciones de un joven católico del siglo xix son el eje de una narración que se inicia con el drama familiar sufrido en plena adolescencia por el personaje central, al estallar la guerra civil que lo marcará de por vida. Llegado a la mayoría de edad, el rencor y la intransigencia política lo precipitarán en un infierno peor al ya vivido. Aunque los hechos tienen lugar entre 1876 y 1905 en una Colombia convulsionada, el drama emocional que desarrolla esta novela tiene analogías con los conflictos fundamentalistas que, enfrentando valores democráticos universales y doctrinas o teorías particulares, han sacudido y casi destruido a muchos países. El contexto histórico particular, absolutamente riguroso en lo que hace a personajes secundarios y episodios de trasfondo, recuerda que ciertos principios y prácticas religiosas de la llamada cultura occidental han estado guiados por un pensamiento excluyente y rígido, alimentado por el fanatismo de sectores empeñados en la sistemática negación del otro.