En el cine, fe es creer en lo que no se ha revelado".
Esta es la historia de un rodaje y es la exploración en el devenir de un grupo de amigos que filman una película mientras navegan insomnes las noches de una Cali fantasmal: es la manera en que se honra a un par de amigos que apostaron todo por hacer cine creyendo en aquella máxima cuando las películas no existían hasta que se proyectaban. Lejos estaba la idea de un mundo digital y en cambio la vida cultural existía en objetos que representaban filias y fobias.
Toda generación tiene un punto de inflexión, un día D, un momento en donde sobreviene la certeza de que un mundo ha terminado. En esta novela de Sandro Romero Rey, publicada por primera vez en 1993, hace casi treinta años, hay un réquiem por un tiempo ido, por una ciudad y por un puñado de amigos que eligieron caminos diversos.
La conocida generación de Caliwood tiene en esta novela una suerte de lugar imaginario que pone el acento sobre una idea que hoy parece lejana pero que era una verdad de a puño en los años setenta y ochenta del siglo pasado: hacer cine en Colombia era una proeza, una empresa tan brutal como la de Fitzcarraldo y su sueño de construir una ópera en la mitad de la selva.