La poesía de Jorge Francisco Mestre es hija de su tiempo. En los poemas de este libro están los pianos y los celulares, los pájaros y las motosierras, la rosa y la salsa rosada. En los poemas de este libro las grandes preguntas y los asuntos cotidianos conviven, se mezclan, se enfrentan hasta que al lector le resulta imposible recordar dónde acaba el amor y dónde empieza el electrodoméstico. Para parafrasear uno de los puntos más altos de este libro: en este universo un computador y un padre van juntos al quirófano. La poesía de Mestre es hija de su tiempo, una hija rebelde. Hay un reclamo a los lugares comunes de nuestra época en la manera como estos poemas se acercan al mundo, en su esfuerzo por volver a mirar lo que nos han hecho creer que ya vimos. El canto de las aves aquí no sirve para elevar los ojos al cielo, sino para volver a ponerlos en la tierra. En un mundo donde cada vez parece más importante ir blandiendo las propias certezas, el canto de este libro celebra las dudas. El único activismo de la poesía de Mestre es el asombro. No se sale ileso de estos poemas, pero el regalo de su mirada nos devuelve a un mundo más rico. Es una de las cosas más potentes que hace la buena literatura: cura mientras hiere.