En 1939, la obra de Paul Valéry (Sète, 30 de octubre de 1871-París, 20 de julio de 1945) fue saludada por María Zambrano como «la identificación más total hasta ahora de pensamiento y poesía». A lo largo de su vida, el autor de La velada con Monsieur Teste y El cementerio marino barajó la posibilidad de componer «un libro sin modelo», capaz de contener tratados breves, aforismos, sentencias, apotegmas e incluso fábulas condensadas. No es otro el plan al que parece ceñirse este texto inaudito, cuyo título despertó las suspicacias de la censura alemana que controlaba la vida cultural parisina en el momento de su aparición (1942). En sus páginas -traducidas por vez primera en España, coincidiendo con el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Valéry-, hallamos preciosas divisas para resistentes, como esta: «Una dificultad es una luz. Una dificultad insalvable es un sol».