Esta novela, publicada en 1953, no solo cuenta la historia individual de Manuel Saturio Valencia, el último fusilado en Colombia, hecho ocurrido en Quibdó en 1907, sino la historia colectiva de un país sumido en el racismo, la estigmatización y las injusticias cotidianas. Rogerio Velázquez hizo una investigación exhaustiva para re-crear un escenario donde los méritos y los títulos de un hombre negro no bastan para aplacar la sed despectiva de una sociedad que subestima a los desheredados y los condena sin remedio. Jose Caicedo, prologuista del libro, dice que «Velásquez hizo del personaje y su fusilamiento un acontecimiento para la ficción moderna de la región, en la cual se entrecruzan las herencias coloniales con la sociedad del siglo XX. De ahí que el odio, más que un recurso literario, es, sobre todo, un signo social de la época».