El tío Celan era serísimo como los candelabros;
sostenía la mirada y saltaba
los siglos;
sabía que hay edificios umbrosos, terribles,
sin estilo resuelto
de antemano;
estilo alpino,
estilo garaje,
estilo japonés,
sin estilo;
por eso no dormía o dormía caminando
cuando usaba palabras
en el sueño
de cuarzo,
de ámbar, sin moscas,
de granito
fragmento de Capítulo tío Celan