"Hay que ser valiente para hacer una novela de dtectives sin detectives, sin crímenes y sin policías ni ladrones. Más aún cuando se trata de una novela colombiana, en donde la realidad de los periódicos se ha tomado a quemarropa a la gran mayoría de narradores locales. Hay que tener algo en el alma para construir un personaje con el desencanto del detective Marlowe sin que lo habite una realidad tan endemoniadamente perversa... Juan Carlos Garay logró todo esto en La nostalgia del melómano".