Escribirle la carta fue todo un disparate, la insolen-cia de un hombre dieciséis años mayor, divorciado y padre de dos hijos, toreado en muchas plazas, es-céptico del matrimonio y del amor a largo plazo. Se la escribí sin importar la diferencia de edades ni los momentos de vida de cada uno.
***
bsesionado por Vera, el autor de este libro le escribe una carta a sabiendas de que traspasa el límite ético entre médico y paciente. La falta de respuesta lo man-tiene en vilo durante diez años, tiempo que se tarda la desti-nataria en responderle.
Andrés Rivera viaja por sus propias reflexiones motivado por un amor huidizo, sostenido por el hálito misterioso de una carta errante y la necesidad de afirmar su autoidentidad, rodeado de indecisiones y certezas. El autor nos lleva de la mano para divagar sobre su infancia, su oficio como escritor, las vicisitu-des de la práctica médica y la disyuntiva perenne entre Eros y Tánatos.
***
Saber a ciencia cierta a quién pertenece La carta errante, así como cuántas manos participaron en su escritura, es imposible de decir. Reconstruí mi exis-tencia a través de otros, y aquellos otros se convir-tieron en mi propio espejo.
EX-LIBRIS