Os hablaré ahora del famoso Reducto del Pilar, levantado en la cabecera del puente de la Huerva. Era una obra esmerada, un excelente modelo del arte de la fortificación. Sus ocho cañones, cuyos fuegos se cruzaban con los de San José, amenazaban la primera y segunda paralela construida en zig-zag por los franceses. Jefe del reducto era Larripa; Betbezé mandaba la artillería, y los ingenieros el gran Simonó, oficial distinguidísimo, tan sabio como valiente. Mi batallón, con algunos voluntarios aragoneses, soldados del resguardo y varios paisanos armados, componíamos la guarnición. Sobre la puerta de entrada, al extremo del puente, pusimos esta inscripción: Reducto inconquistable de Nuestra Señora del Pilar. La pluma de Galdós desgrana en Zaragoza, con insuperable maestría, los entresijos, secretos y principales acontecimientos del sitio de Zaragoza, trasladándonos, con la magia de sus palabras, a unas calles en guerra, en las que nos emocionaremos con unos valientes y nobles personajes en lucha por la defensa de la capital aragonesa contra el ejército napoleónico.