En el reino de Valerya, donde la sangre de los Dioses corre por las venas de los nobles, Anna no es más que una criada que tiene prohibido acercarse al fuego. La culpa la tiene Bastien Doyle, el hijo de sus señores, que estuvo a punto de morir quemado vivo en un accidente. Aunque se salvó, la quemadura que le recorre media cara es la máscara perfecta para esconder lo que lleva en su interior, y lo que no. Lya Viride, que es una decepción para sí misma y para los demás, intenta hacerse un hueco en su corazón, aunque sigue soñando con canciones y príncipes azules.
Sus destinos estaban escritos hasta que llega la noticia de la muerte del rey.
El frágil lazo que unía sus vidas se rompe y los tres se separan, emprendiendo un viaje en el que no importa quienes fueron, sino quienes son y en quienes se convertirán.
En un reino colmado de leyes crueles, su camino los conducirá a una encrucijada en la que tendrán que decidir por que luchar, por que vivir y por quien morir.