«Cuando la gente ve fantasmas, siempre se ve primero a sí misma», afirma Stephen King, y pocas reflexiones servirían mejor que esta como moraleja de sus historias: el mundo de la fantasía está poblado por las sombras de la conciencia.
Los relatos de Pesadillas y alucinaciones I son otros tantos retazos de esas sombras, las que enturbian los límites entre el sueño y la vigilia, la realidad y el horror que subyace en lo real.