Candela quizás no recuerde mucho de su abuelo, él murió cuando ella era aún muy pequeña. Sin embargo, la conexión entre los dos fue tan poderosa como breve, tanto que trascendió el tejido mismo de la existencia. Ahora Candela parece recibir en sueños mensajes de su abuelo, un músico andariego que compuso cierta melodía popular por la que nadie le da crédito. Así, como en un juego de pistas y tesoros sin mapa, la niña sigue las señales de su abuelo fantasma para reconectar al músico con su obra y, mientras busca, embarca también a su familia en una aventura paranormal que los ayuda a sanar viejas heridas y a unir amantes eternos.