elancólicas, abúlicos irredentos en zanganerías, pateadores de piedras de camino al abismo, sospechosos solapados en desidias, todos vaciados de magnitud, pero colmados de grandeza, como Prometeos sin vísceras para quienes el castigo anida en la repetición incesante de la conclusión, no en su desarrollo. Estas crónicas bastardas nos recuerdan la importancia de no importar, el derecho a vivir al revés siguiendo como principio no terminar nunca, porque toda tarea importante como la pasión, el amor, la esperanza, la borrachera, la amistad, el arte y la vida debe quedar inconclusa".