AgradecimientosPrefacioLA CIUDAD DIVIDIDA: ALGUNOS INDICADORESI. El olvido en la ciudadLas dos ciudadesUno se divide en dosEn la intersección, 'stásis'Ares en la familiaHacia la historia de un olvido memorableII. Volver a politizar la ciudadIII. El alma de la ciudadQué conviene hacer con la 'stásis'Una palabra embarazosaLas huellas del crimenUna transferencia en forma de analogíaDel individuo-ciudad¿Platonizar?BAJO EL SIGNO DE ÉRIS Y DE ALGUNOS DE SUS HIJOSIV. El vínculo de la divisiónLa más fuerte de las desvinculacionesAcerca del 'méson' y sus modos de ocupación'Stásis': un 'Gegensinn'El 'kykeón', el movimiento y la divisiónEl conflicto en suspensoLa armonía de AresCuestiones griegasV. Juramento, hijo de DiscordiaLa traición en el juramentoUn acto de habla y sus efectos'Araí' y AresEl juramento en la ciudadNo recordaré las desgraciasVI. De la amnistía y su contrarioDos prohibiciones de memoria en AtenasOlvidar el no-olvidoPoder de lo negativo, fuerza de la negaciónVII. Sobre cómo se sacó un día del calendario en AtenasDos textos sobre un día menosLos días prohibidosUn día bajo negaciónEl acto de sustraerPOLÍTICAS DE RECONCILIACIÓNVIII. La política de los hermanosLos hermanos contra la 'stásis' y la 'stásis' de los hermanos¿Qué es un hermano?Nombres del hermanoLa ciudad de los hermanosEl parentesco puesto a prueba por el conflictoIX. Una reconciliación en SiciliaCómo salir de una 'diaphorá'Acerca de las "fraternidades" en la ciudadHermanos, árbitrosX. La justicia como división¿Una justicia sediciosa?Acerca del proceso jurídico como lucha'Díke', arbitraje y reconciliación'Stásis', 'díke': el caso de FlionteXI. Y la democracia ateniense olvidó el 'krátos'Una amnistía en Atenas¿Cómo hacerse perdonar una victoria?Cuando 'demokratía' pierde el 'krátos'Una memoria al servicio del olvidoBibliografía
¿Es el olvido un requisito de la reconciliación, es acaso necesario olvidar para formar una nación unida? Nuestra época da, al parecer, una respuesta contundente, haciendo de la memoria el antídoto del mal: "conocer la historia para no repetirla", se dice, y se imputa al olvido las nuevas manifestaciones de la maldad humana.Sin embargo, en el año 403 antes de nuestra era el olvido fue la base de la estrategia ateniense orientada a restablecer la unidad de la ciudad. Atenas -ciudad política por excelencia, allí donde la política "fue inventada"- eligió el olvido al término de una guerra civil que permitió a los demócratas retomar el poder, e hizo jurar a los ciudadanos que "no recordarían los males del pasado", que nadie volvería sobre el pasado, ni recordaría a los muertos ni las violencias de la guerra.Es ese momento y esa circunstancia lo que está en el centro de la interrogación de Nicole Loraux en esta obra: ¿es necesario olvidar para reconciliarse y formar una nación unida? ¿Cuál es el buen uso de la memoria? ¿Qué era lo que realmente querían olvidar los atenienses? ¿De qué modo este conflicto entre memoria y recuerdo es central en la democracia? Al decretar la necesidad del olvido, los atenienses, sugiere Loraux, no quisieron hacer tabla rasa sino, antes bien, lanzaron negativamente una invitación al recuerdo: los conflictos pasados, objeto de una especie de tabú, promovieron el vínculo entre los ciudadanos. ¿Se debe entonces fingir el olvido para hacer un buen uso de la memoria? Dicho de otro modo: ¿sería el tabú más eficaz que la conmemoración oficial?