Los alimentos fermentados son una deliciosa y abundante fuente de nutrientes. Muchas de las bebidas y de los alimentos que solemos tomar con frecuencia, como el vino, la cerveza, el queso, el pan o el yogur, o productos que forman parte de las tradiciones culinarias de distintos países pero que se han ido incorporando a la alimentación general, como el chucrut, el corned beef o el kimchi, son todos ellos fruto de un proceso de fermentación. Además de añadir complejidad a los sabores de muchos alimentos, se ha demostrado que la fermentación conlleva en si misma efectos extraordinariamente positivos para la salud, desde el favorecimiento de la digestión a la facilitación de la absorción completa de los nutrientes presentes en los productos que comemos.