Las reflexiones de este ensayo marcaron un hito en el momento de su aparición, a mediados de la década del setenta del siglo pasado, y se convirtieron con el tiempo en referencia obligada de estudios posteriores. Fernando Guillén Martínez fue, en palabras del prologuista Fernán Gonzales, un iconoclasta porque con este trabajo logró varias rupturas contundentes. Por una parte, con la historia política tradicional, acartonada y decimonónica, a la que solo le importaba el listado de próceres, presidentes y guerras civiles. Por otra, con la mirada economista de la historia política, que subordinaba esta a las condiciones del desarrollo económico nacional e internacional.