Siempre me ha intrigado la posibilidad de perder el hilo del discurso y convertir la exposición de ideas en una confesión. ¿hasta dónde controlamos lo que decimos?Al modo de un actor, el conferencista puede olvidar sus parlamentos o sucumbir a la tentación de revelar algo incómodo o desvastador. conferencia sobre la lluvia surge de ese predicamento. Los devaneos de mi bibliotecario se inscriben en la larga estirpe literaria de la digresión, es decir, en el distraído arte de decir una cosa para hablar de otra.