Se ha afirmado que el relato es la forma narrativa por excelencia en la literatura norteamericana actual y que Raymond Carver es el maestro indiscutible de este registro. En cada relato de Catedral se revela la presencia latente o la intrusión de "terrores extraordinarios en una existencia ordinaria" (Cathleen Medwick). El propio Carver ha escrito: "Pienso que es bueno que en un relato haya un leve aire de amenaza... Debe haber tensión, una sensación de que algo es inminente." Sus personajes son gente de lo más comun: trabajadores manuales, empleaduchos, parados, parejas a la deriva..., desamparados, golpeados por la vida, muchos de ellos bebedores, acceden, a pesar suyo, a una suerte de dimensión heroica, tercos testimonios de una realidad implacable. Su estilo es escueto, lacónico, opera por sustracción; se ha dicho que Carver inaugura una nueva visión, un nuevo método, una nueva tonalidad.
"Una de las voces más originales que han aparecido en la narrativa norteamericana desde hace años" (Bill Buford, Times Literary Supplement).
"Un extraordinario escritor, igual a Hemingway (por la técnica seca, minimalista) y a Salinger (por lo maravilloso que surge, también, en las grietas de toda vida)" (Michel Braudeau, L'Express).
"El mejor cuentista norteamericano del momento. Un maestro" (Bernard Géniès, Le Monde).