La primera de las crónicas de este libro comienza relatando la entrada de un contingente de soldados desde Puerto López hasta Remolinos por vía fluvial. Llamado segundo contingente, la única orden que sus soldados deben cumplir es echar río arriba sin distraerse un minuto, sin girar la cabeza un instante, con los ojos puestos siempre en el río. Cuando atracan en la orilla, los mandan a dormir sin comer y dos los muchachos deciden escaparse a buscar alimento y a hablar con los colonos, para volver a contarles a sus compañeros por qué se llaman justamente segundo contingente. Apenas vieron caimanes, los soldados del primer contingente, asombrados y atraídos, se agruparon de un lado del bote de tal manera que la embarcación se desequilibró y se volteó. Los caimanes, despertados por los gritos de auxilio, se metieron de inmediato en el río y devoraron al contingente entero, con armas y todo.
No muy lejanas a las aventuras y desventuras de los viajeros españoles del XVI los territorios agrestes y la sed de oro no han variado un ápice, estas crónicas escritas por Molano a partir de testimonio de los propios protagonistas y de su experiencia en las tierras de colonos, resultan tan apasionantes como desgarradoras. Con una pluma ágil y brillante, Molano nos adentra en tierras recónditas, en un mundo en buena parte sin Estado, sin sistemas judiciales definidos, donde las normas de convivencia se imponen o espontáneamente o por la fuerza. Un mundo duro, donde sobrevivir no resulta nada fácil.