Los reportajes de Saint-Exupéry sobre Moscú son únicos por su interés histórico y por la perspectiva del autor, cuya ironía y fina sensibilidad los convierten en magistrales.
Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), como autor de El Principito, no necesita presen-tación. Pero quizá sí la necesitan algunas de sus facetas, pues la misma popularidad de la pequeña novela poético-filosófica ha eclipsado otros aspectos del autor, llegando casi a ser exclusivamente recordado por esta obra.
Saint-Exupéry escribió novelas y memorias profundas y reflexivas, como Correo del sur (1929), Vuelo nocturno (1931) o Tierra de hombres (1939), donde sus experiencias personales, en particular las derivadas de su actividad como piloto, que le proporcionaba largas horas de soledad y vivencias intensas, son ricas en un pensamiento humanista por los temas universales que el escritor aborda.
En 1935 Paris-Soir propone a Saint-Exupéry que viaje a la URSS para realizar un reportaje del país, todavía enigmático para el resto de Europa, ya que en aquellos momentos ponía en práctica una política y organización social revolucionaria, que resultaba atractiva a un gran número de intelectuales franceses de izquierdas. Antoine partió entusiasmado, pues él era uno más de los que sentían un especial interés por el país.
Una vez en Moscú, abierto a todo lo que sucedía a su alrededor y con una actitud en principio favorable, escribió seis narraciones llenas de humanidad. Unos textos que van más alla del reportaje periodístico y que gracias a la penetrante visión del escritor transmiten no solo los hechos, sino también lo que se esconde detrás de ellos, y donde entre líneas se puede leer una sutil crítica al estalinismo, así como un agudo análisis de las motivaciones humanas. De A. de Saint-Exupéry en esta editorial
Prólogo de Pía Bernad Bareche