Cuando en 1940 el dramaturgo Eugene O'Neill perdió a su perro Blemie, decidió escribir este breve texto con el fin de encontrar consuelo para él y su esposa.
En forma de testamento y últimas voluntades, O'Neill imagina los recuerdos y pensamientos de su fiel amigo en sus últimos días, desde los que ve venir la muerte con dignidad y serenidad, solo preocupado por cómo afectará a sus amos.
Una conmovedora y divertida elegía que servirá de inspiración para todo humano y de epitafio para todo perro bien amado.