«Un paraíso sitiado por la pobreza, donde la esperanza tiene forma de balón.»
En Tumaco no hay canchas, no hay guayos y en ocasiones no hay balones. Lo que sí hay son niños con ganas de jugar al futbol. Cuando el deseo es más fuerte, se pueden romper barreras y patear los sueños tan lejos como cada uno quiera.