En la composición de sus sonetos, estimaron los críticos de la época y posteriores, está la fluidez de Lope de Vega, el conceptismo de Quevedo y el culteranismo de Góngora y Calderón. Algunos de estos sonetos alcanzaron gran renombre y fama posterior sobre todo los que comienzan con: «Detente, sombra de mi bien esquivo», «Cauteloso engaño del sentido», «Diuturna enfermedad de la esperanza», «Estas que fueron pompas y alegría», «Rosa divina que en gentil cultura».