Rolf y su hija Rosi, se quejaban del terrible frío; querían vivir en un lugar donde siempre hiciera calor. Así que un buen día Rolf, cambió su camión repartidor por una pequeña nave espacial. Rolf y Rosi hicieron sus maletas, echaron llave a la casa y se apretujaron en la nave. -Adiós -grito Rolf-. Adiós lluvia, granizo, nieve. Adiós y hasta nunca.