Para escribir este relato de un náufrago que sobrevive en una isla desierta, el periodista Defoe se inspiró en historias de náufragos reales, especialmente en la del capitán español Pedro Serrano y la del marinero escocés Alexander Selkirk, a quien Defoe llegó a entrevistar, y de hecho la primera edición de la novela apareció como si se tratara de las memorias anónimas de un marinero.