Ella era ma´s inteligente, ma´s traviesa que nadie. Esta poetisa teni´a la sagacidad psicolo´gica de un Marcel Proust, la dureza de un Mirbeau, la cruel agudeza de un Jules Renard.
Jean Rostand
De una gran y exquisita cultura, Anna de Noailles (1876-1933) fue una activa e inspiradora presencia en la sociedad del Pari´s finisecular. Admirada por intelectuales y artistas, recibio´ en su salo´n a personajes como Paul Claudel, Colette, Andre´ Gide, Maurice Barre`s, Fre´de´ric Mistral, Robert de Montesquiou, Paul Vale´ry, Jean Cocteau, Le´on Daudet y Pierre Loti, entre otros.
Su talento fue reconocido de inmediato: en 1901 publica El corazo´n innumerable, un e´xito galardonado con el premio de poesi´a Archon-Despe´rouses. En 1921, recibe el Gran Premio de la Academia Francesa, y en 1931 es nombrada Comendadora de la Legio´n de Honor, primera mujer que obtiene este grado. Las muestras de respeto por su arte no se circunscribieron a Fran- cia, su pai´s natal, otros como Be´lgica, Rumani´a y Grecia concedieron importantes dignidades a sus me´ritos.
La recopilacio´n que presentamos, Pasiones y vanidades, fue publicada por primera vez en 1926 en La Cite´ des Livres. Recoge tres cro´nicas escritas por Anna de Noailles en las que trata temas ligeros relacionados con la condicio´n femenina y, como se observara´, estos escritos, a pesar de su liviandad, no carecen de psicologi´a, ironi´a y brillantez. En los otros dos, ma´s personales, El oton~o en Saboya (1912) y Lo que llamare´ cielo (1913), la autora recuerda los largos veranos de su infancia y adolescencia pasados a las orillas del lago Le´man, en la mansio´n familiar. Son li´neas impregnadas de un lirismo y una nostalgia tan profundos que es difi´cil aceptar que ambos grupos de escritos sean obra de la misma pluma, salvo por los valores formales de esta prosa siempre fascinante.
Prólogo de Esperança Melgosa