Cuando el primer editor de Aristóteles, Andrónico de Rodas, se dispuso a compilar la obra del maestro, halló una serie de escritos dispersos acerca de una «filosofía primera». Los reunió en catorce libros y les dio el título de Metafísica porque los colocó literalmente tras los ocho libros de Física. Esto explica la dispersión de este libro, que no fue concebido como tal, sino como un conjunto de materiales destinados originalmente a servir como base para las lecciones de Aristóteles sobre los temas filosóficos perfectamente delimitados en cada capítulo. La Metafísica es, por lo tanto, una especie de «programa de investigación» sobre las primeras causas y principios del ser, el conocimiento del ser «en cuanto ser», el conocimiento de la causa última de la naturaleza y de la realidad. De la falta de univocidad del objeto de estudio, el ser, surgen las dos ramas de la metafísica aristotélica: la ontológica, que estudia lo que puede ser afirmado sobre cualquier cosa que existe sólo «en tanto que existe» y no debido a las cualidades especiales que pueda tener, y la teológica, dedicada al «primer motor inmóvil», es decir, a Dios como principio y causa.