Cuando el papel me cortó el dedo, solo salió una gota de sangre del pequeño rasguño. Entonces, todo pasó muy rápido. "¡No!", rugió Edward. Aturdida y desorientada, miré a los ojos enfurecidos de seis vampiros repentinamente hambrientos
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información.