Las buenas historias de fantasmas, al igual que los buenos libros infantiles, son tremendamente complicadas de escribir. Yo mismo soy escritor de relatos, y aunque llevo cuarenta y cinco años ejerciendo y siempre he deseado escribir una sola historia de fantasmas decente, nunca he logrado sacarla adelante. Y bien sabe Dios que lo he intentado. En una ocasión creí que lo había conseguido. Fue con un cuento que ahora se titula La patrona. Pero cuando lo terminé y lo examiné detenidamente, comprendí que no era lo bastante bueno. No lo había logrado. Yo no tenía ese don, y punto. Así que al final cambié el final y lo transformé en una historia de no fantasmas. Desde 1958, año en que llevé a cabo mi investigación sobre las historias de fantasmas, he seguido leyendo todas las nuevas que han ido llegando hasta mí. Puede que se me hayan escapado una o dos, pero nada de lo que yo haya visto publicado desde entonces se ha acercado siquiera al nivel del selecto grupo de este libro. Espero que estas historias de fantasmas les resulten espeluznantes. Que les den escalofríos y perturben sus pensamientos. Fueron escritas precisamente con ese objetivo.»