Mucha gente sufre simplemente por el hecho de vivir o porque su existencia ya no es lo que era. Quien tiene problemas sexuales, no sólo ha perdido la espontaneidad, sino también la capacidad para saber qué es esencial y qué no lo es en su cotidianidad. Quien se extravía en los callejones sin salida de las neurosis o busca una solución en el alcohol o las drogas, ha perdido, sin duda, el rumbo que daba sentido a su vida. Por eso, si se busca consejo y ayuda, el pensamiento de Viktor E. Frankl siempre será útil y beneficioso. Según Frankl y la logoterapia, hay que superar la «psicología sin espíritu», enfrentarse a las limitaciones racionalistas de la imagen que la psicoterapia convencional da del hombre moderno, volver a valorar al individuo como personalidad moral y espiritual y, simultáneamente, someter el sufrimiento humano a la fuerza de lo espiritual, al «obstinado poder del espíritu».