Los Ángeles a comienzos de los años cincuenta, la década en que se construyó el mito del american way of life, en que los norteamericanos identificaron la prosperidad con los valores familiares y religiosos, en que los californianos de clase media querían una casa en un barrio residencial pero se conformaban con un rancho en forma de L. En una de estas casas, pero con termitas, niebla tóxica en la calle y un tráfico infernal, vive un próspero guionista de la Paramount que a los treinta años ha renunciado a la rebeldía juvenil. Se llama John Fante, ha escrito tres novelas, y tiene mucho de Bandini, el salvador literario de la humanidad que nunca llegó a nada. Aparecida en 1952, Llenos de vida señala un punto de inflexión en la trayectoria del autor, que dejaría la literatura durante más de veinte años para dedicarse al cine. No es una novela en clave de farsa, sino una comedia acerca de la integración y el conformismo.«Emoción, humana y dulce y verdadera» (Kiko Amat, La Vanguardia); «Una novela divertida, desopilante en ocasiones» (Ricardo Menéndez Salmón, Mercurio).