Cual un tesoro escondido, desenterrado, este libro redactado por Guattari en 1979, en paralelo a la escritura de Mil mesetas junto a Deleuze, se mantuvo inédito hasta hoy.
Sin el rictus sistemático del intelectual universalista, que halla totalidades como caídas del cielo, y así erige sus objetos, aquí se nos advierte que solo se buscan direcciones para una investigación en curso, en pos de alumbrar un agenciamiento colectivo de enunciación, capaz de hacer entrar en su dinamismo a individuos y grupos que quieran huir de las redundancias dominantes, pues solo el deseo puede leer el deseo.
En la primera parte, se constata que toda sujeción social está basada en modos de semiotización que equipan a individuos y grupos para protegerlos de su propio deseo, de sus agenciamientos creadores, de sus líneas de fuga potenciales, de sus devenires. Se trata de plasmar la ficción de que existe un mundo, conjurando la evidencia de los diferentes -y coexistentes- mundos posibles. La pregunta de Guattari es precisa: ¿es compatible la expresión individual y colectiva del deseo con una coordinación social eficaz a gran escala?
La segunda parte denuncia el rol de las teorías lingüísticas como otros tantos frenos a los agenciamientos liberadores, y perfila una pragmática que conjura los universales de la lengua, y reemplaza susárboles por rizomas de conexiones polívocas en un plano de inmanencia.
El final presenta semióticas infra-individuales cuya sola evocación da prueba del método guattariano, y donde deslumbra su fuerza de creación desmesurada: rostridades, ritornelos, briznas de hierba, frases musicales, componentes en las que el elemento más frágil, inmaterial y artificial juega un rol de pasaje que nos hará oscilar desde formaciones pesadas, redundantes, hacia mundos de gracia y belleza.