Un clásico es un amuleto que nos ayuda a organizar el mundo. Al menos así lo entiende Italo Calvino. Por supuesto que está hablando de la idea abstracta, la historia, las palabras que quedan resonando en nuestras cabezas. No se refiere a una primera edición de Cien años de soledad firmada por el autor, ¿o sí? Para Álvaro Castillo Granada, en el libro que el lector ahora sostiene en sus manos, la respuesta es positiva. Con una prosa ágil, inteligente, limpia y compleja, va exponiendo cómo los libros usados, el objeto que muchas veces damos por sentado, son el eje rector de nuestra existencia. Bibliotecas, ejemplares firmados, ediciones imposibles de hallar, títulos caprichosos, escritores y libreros entrañables son las coordenadas que orientan este universo. Este Librovejero evidencia que la materialidad de las publicaciones moldea la actividad intelectual, que el objeto no solo contiene pensamientos sino que los influye, que los volúmenes tienen vida propia y establecen diálogo entre ellos. Sobre todas las cosas confirma que el oficio de librero se convierte en una herramienta para combatir la despiadada homogeneidad con que se impone el capitalismo hoy en día.