La etapa de la vejez es una época de «maduración» en la que las mujeres pueden consagrar su tiempo, energía y creatividad a lo que en realidad les importa. Jean Bolen nos obsequia con su proyecto: las ancianas no se quejan. Al contrario, las ancianas son atrevidas y confían en sus propios instintos. No imploran; en cambio, sí meditan. Eligen su camino con el corazón. Poseen la fiereza del que defiende lo que más le importa. Dicen la verdad con compasión. Escuchan su cuerpo, se reinventan a sí mismas en función de sus necesidades y saborean la parte positiva de sus vidas.