Alguna vez Nietzsche dijo que sus colegas eran enigmas de carne y hueso que aventajaban a sus libros. Tomando la filosofía como una rama más de la literatura, Palacio hace un ejercicio poco ortodoxo: indaga en la vida y en las ideas de un buen número de filósofos para encontrar lo que estas reflejan sobre su intimidad sexual, coleccionando a su paso un desconcertante anecdotario de afectos, excentricidades e impotencias desde Aristóteles y san Agustin, hasta Althusser y Zizek.