scrita como una obra de teatro en la que los actores improvisan y crean una atmósfera que se va tornando opresiva y por momentos delirante, La sombra del sol explora los rincones oscuros de la condición humana. En esa puesta en escena el director, Eugenio Cortina, lleva al extremo su idea de que el teatro es una mente y nosotros los intérpretes de un drama que jamás acabaría aun cuando estallara el mundo. Los histriones están atrapados en un supermercado; no saben qué catástrofe los ha condenado a permanecer en ese lugar donde viven y escuchan historias inquietantes, revelaciones de quienes se saben perdidos y no sienten recelo al contar sus secretos. El director los incita a no detenerse, aun cuando sabe que el tiempo se agota para todos, que la humanidad tiene los días contados. La sombra del sol, parte final de la trilogía iniciada con Nostalgia de la luz y continuada con El libro de las pasiones, deslumbra con la prosa y el oficio de Mario González Suárez para crear situaciones y personajes intensos, algunos tan ridículos como el gerente del supermercado, que aun en esas circunstancias la llegada del apocalipsis defiende con celo inaudito los intereses de la empresa y emprende el inventario de lo que se va consumiendo. El horror, el egoísmo, la solidaridad, el agobio ante el futuro son algunos de los temas abordados en esta historia en la que hombres y mujeres son víctimas del desasosiego y ninguno es capaz de advertir la línea que divide la realidad de la ficción, quizá porque no existe. José Luis Martínez S.