No demos alas al miedo: el fatalismo es antievolutivo. Creer en la libre elección es la condición necesaria para ser libres. Estas son las respuestas de Daniel C. Dennett a las viejas preguntas: ¿Somos libres? ¿Existe la libertad de acción o sólo somos máquinas, cuyo motor es el determinismo biológico, evolutivo, materialista? Si nuestra sensación de libertad el abismo intuitivo entre nuestra vida mental interior y la realidad física es sólo una ilusión de nuestros cerebros mecánicos: ¿cómo puede existir responsabilidad individual, moral y ética? Dennett desnuda la paradoja que hace incompatibles libre albedrío y determinismo, y postula una cierta libertad de elección: los seres humanos somos artefactos biológicos que podemos reaccionar a nuestro entorno con acciones racionales y responsables. La filosofía de la mente de este ateo radical nos ayuda a escapar del fatalismo y la desesperación relativista de nuestra época; no tenemos libertad absoluta de comportamiento pero tenemos control sobre él. Nuestra sensación de libertad ha sido seleccionada porque es útil para nuestra supervivencia: el arte de la autodefinición, el esfuerzo del pensamiento para modelar la realidad están premiados por la evolución.