LOPEZ, ANDRES MAURICIO / VILLALOBOS ACOSTA, MARIA CONSTANZA / GIRALDO, JUAN DAVID / BERNAL, S.J, GERMÁN
Este bello libro el undécimo de la serie auspiciada por la Pontifica Universidad Javeriana para mostrar y hacer público el acervo cultural jesuita recoge la obra mueble que se encuentra a la vista en este magnífico templo de la capital.
Aparecen detallados aquí tanto el gran Altar Mayor como los doce altares que se distribuyen en los costados oriental y occidental, el púlpito y la extraordinaria capilla del Rapto de San Ignacio, un conjunto único en el arte colonial neogranadino y en el barroco americano.
Dos tipos de imaginería están presentes en un templo barroco de este tipo: la devocional y la ornamental.
La primera, que ocupa la parte central de los retablos, busca avivar un sentimiento piadoso hacia los santos a los cuales están dedicados. A través de elementos visuales y de las pinturas que acompañan los frontis de los altares, se recuentan allí su vida y milagros.
La otra, constituida por querubines, arcángeles y tronos, de amplia distribución en el sotocoro, el crucero, el arco toral, las pechinas y las sacristías, aspira a exaltar otro sentimiento religioso: la gloria de Dios y su magnificencia.
A través de las expresiones estéticas del arte barroco, la catequesis jesuítica enseñaba a los fieles la relación intrínseca entre oración, arte y simbología. Para ello se servía no solo del recurso arquitectónico del retablo, sino también de una iconografía reconocible y de un código gestual en las representaciones de los santos. Es curioso cómo, entre los elementos decorativos de los retablos, se incluyen elementos mitológicos que la fe cristiana acoge y equipara.
Dentro de los muchos objetos invaluables que la iglesia atesora, se los encuentran telones, espejos y candelabros que teatralizaban el conjunto.