Son diversos los caminos que nos ofrece Fundación de un Hashigake de Edgar Guillaumin Rojo. Pero para elegir alguno de ellos, siempre será necesario un puente. Un puente de luz que reúne pasado con futuro, origen con destino.
Es un libro compuesto de naufragios, retornos, encuentros más allá de la historia. La presencia de la Nueva España a través de Rodrigo de Vivero y Aberruza, y el invisible pero poderoso influjo de Miyamoto Musashi, el más grande guerrero del Japón del siglo XVII, cuya sabiduría nos guía en el trayecto, hacia una reflexión sobre la esencia y el sentido de la poesía.
Los poemas de Guillaumin Rojo tienen ese sabor al haiku del que habla Vicente Haya al referirse a Taneda Santoka. Sus versos se extienden y amplían libremente, a la vez que muestran una necesaria contención (como un fino y diestro trabajo de escultor) y su sabiduría (como instantes en los que el caminante se entrega a la contemplación del mundo).
Quien quiera adentrarse en este libro, tendrá que estar dispuesto a un viaje en el que la poesía tiene la especial capacidad de generar preguntas, que solo ella puede contestar. En el silencio.
Ese instante limpio de sonidos que precede a las olas del mar, al naufragio y a la reconciliación de los contrarios. Ese silencio de la poesía que es, sobre todo, el final y el comienzo del lenguaje.
JUAN DE LA FUENTE UMETSU