En medio del campo donde plantábamos patatas, con el incesante gorjeo de las alondras de fondo, le pregunté qué lugar elegiría si de repente un genio se cruzase en su camino para hacer realidad el viaje de sus sueños. El Polo Norte, me respondió. Yo apenas tenía diez años. Debía rondar esa edad cuando, una noche de verano, delante de la puerta de casa, mi padre me señaló la presencia titilante de la estrella polar, que no duerme, que permanece fija en el cielo y sirve al navegante para no perder jamás el rumbo.
Por su ochenta cumpleaños, le regalé un viaje a la Tierra de Baffin, más allá del círculo polar en el Polo Norte. Estas páginas cuentan la parte visible».
Estética del Polo Norte es un diario de viaje, una filosofía del frío y una meditación sobre los males de la civilización. Onfray reflexiona sobre el espacio, la naturaleza pero también sobre la nostalgia. Un texto denso, lírico e inteligente donde el autor asume su filosofía objetiva y silenciosa.