Todo lo que decidiste no contar.
Hay en estas páginas mucho humor, casi siempre de ese que surge sin buscarlo, cuando la escritura, venturosamente, se vuelve un modo de prolongar las conversaciones solitarias. Es un libro sobre alguien a quien se le ocurren poemas en el colectivo y cuentos cuando anda en taxi, alguien que quizás hacia el final de alguna caminata arma estos textos susurrantes y medio milagrosos. Los temas son deliciosamente misceláneos: la paternidad, los demasiados libros, los conflictos vocacionales, los trajines del mor y la amistad, y sobre todo el deseo de aprender, de pronto, un poco más sobre el mundo. No creo que sea posible aludir a este libro sin pronunciar, aunque sea a la pasada, la palabra sabiduría.
Yo no diría que Mairal vive para narrar: en algún momento, después de vivir intensa y silenciosamente, después de absorber, de calar sin pausas ni prisas el presente, Mairal decide narrar, y lo hace con tanta precisión, tan perfectamente adentrado en la experiencia, que es difícil no creerle; no creerle todo, digo.
Alejandro Zambra