Julio de 1929. John, «oscuro profesor en una de las universidades de la ciudad», vuelve en tren a la casa familiar, al pueblo que dejara hace años. En la estación lo esperan su madre y su hermano Lee, que muy pronto lo pondrán al día: el pueblo, su pueblo, el lugar del silencio y la paz, del viento en las calles, de los sonidos de la noche, está a punto de convertirse en una «gran ciudad». Todos, incluso su familia, viven embriagados por la fiebre del boom inmobiliario, de la especulación, que ha sustituido en todo el país a la antigua fiebre del oro: comprar barato, vender caro, volver a comprar, y empezar de nuevo.
Los mejores lugares del pueblo han sido mutilados, incluso ha sido invadida la hermosa colina verde, con lechos de flores y madreselvas, en cuya cima se alzaba un inmenso y laberíntico hotel de madera, símbolo de otra época para John. Un ejército de hombres y palas ha abierto nuevas calles y levantado tiendas y talleres y edificios de oficinas y aparcamientos. Todo nuevo, brillante, pero... inestable.
Esta extraordinaria novela corta de Thomas Wolfe, la tercera que publicamos en Periférica, no sólo nos habla de la vida en los Estados Unidos previa a la Depresión de los años 30, sino de nuestro propio presente, como si estuviéramos ante un espejo en medio de una pesadilla, y lo hace con tanta exactitud que nos produce escalofríos: ¿un escritor de otro tiempo que se pasea por las urbanizaciones a medio construir de nuestras ciudades?