El punto de partida de la presente obra es pensar el concepto de crisis desde las relaciones posibles entre política y poder. Aquí la crisis es entendida como una circunstancia de gobierno en la que el poder se separa de la política: "el poder sin política" en el que el gobierno se extravía y reduce su acción a la "fuerza bruta y "la política sin poder" en el que ha perdido su centralidad y se ha convertido en "un actor más del conflicto". Después de un riguroso recorrido teórico alrededor del concepto, la reflexión desemboca en la discusión entre regímenes presidencialistas y parlamentarios y su capacidad de respuesta frente a los períodos de crisis: en los regímenes parlamentarios las crisis de gobierno no son crisis de Estado y por esta vía, concluye el autor, se afrontan con una mayor solidez de las instituciones.